¿No hace falta asear
al gato?
No son pocas las personas que creen equivocadamente que los
gatos no se bañan, ni se cepillan porque lo hacen ellos solos. Cierto es que
para ellos el acicalado es una tarea importante a la que llegan a dedicar el
30% del tiempo que pasan despiertos (entre 2 y 4 horas diarias). Que
comparativamente es el mismo tiempo que destinan los felinos en libertad a
cazar o jugar.
Pero no todos los gatos son igual de limpios, también hay
ejemplares a los que les cuesta llevar a cabo esta tarea y que le dedican mucho
menos tiempo del habitual, llegando incluso a eliminarla de sus hábitos. Y es en estos casos sobre todo en los que el
ser humano tiene que contribuir ejerciendo de propietario responsable y
encargarse personalmente del acicalado de su compañero.
El cepillado frecuente permite la eliminación del pelo
muerto, pelusas restos de tierra etc.… que puedan quedar atrapados entre el
pelo del gato. Además de este modo evitaremos que esta suciedad sea ingerida
por nuestro compañero cuando ellos se acicalan. Lo que nos llevara a conseguir
que no se formen bolas de pelo y suciedad en el estómago.
Esta acción es particularmente importante en individuos de
pelo largo como los gatos persas, en los que el pelo puede llegar a adquirir
una longitud de hasta 20 cm ya que no solo supone un peligro su ingestión, dada
su largura. Si no que frecuentemente nos encontramos con animales a los que se
les forman nudos muy compactos. Con frecuencia estos nudos se forman pegados a
la piel. Impidiendo que esta transpire correctamente. Lo que nos puede llevar a
la formación de eccemas e incluso calvas. Y dependiendo de su localización
pueden complicar los movimientos normales de nuestra mascota (un nudo en la
zona axilar puede provocar que nuestro gato no camine con normalidad).
Por norma general un gato de pelo corto se puede cepillar 1
vez en semana, aumentando la frecuencia a 2 o 3 veces semanales cuando cambian
las estaciones y notamos que suelta más pelo. Para ello emplearemos un cepillo
con las púas muy cortas y juntas o en su defecto una manopla de caucho. Los
ejemplares de pelo largo necesitaran un cepillado diario. Y en este caso lo más
conveniente será utilizar una carda. Que nos facilitara la retirada del pelo
muerto y permitirá el desenredo de los nudos. En este caso lo más conveniente es
levantar el manto a contrapelo y cepillar de la raíz hacia la punta. Siempre en
la medida que nos sea posible y que el gato nos lo permita.
Es cierto que los gatos limpios no necesitan baños muy
frecuentes, permitiéndonos espaciarlos en el tiempo. Con ellos resulta más difícil
establecer una pauta como la que tenemos con los perros porque dependerá de la situación
única de cada individuo. Pero como regla general los gatos se pueden bañar
mensualmente con agua y jabón. Con ellos deberemos tener cuidado de evitar que
le entre agua en los oídos para no producirles una otitis. Y sobre todo en los
meses más fríos nos cercioraremos de secar a conciencia su frondoso pelaje.
Pero como hacerlo. Está claro que un gato no es un perro y
que el manejo puede ser más complicado. Por ello lo más adecuado será educar a
nuestro gatito al agua desde un principio. Podemos introducirlos en un barreño
con una cantidad de agua como de un dedo y dedicarnos a jugar con ellos sobre
todo en los meses de verano. Seguro que nuestro compañero agradece este refrigerio
y nuestros cuidados. Esta acción podemos llevarla a cabo a partir de los 2
meses de edad, haciéndolo a diario y subiendo poco a poco la cantidad de agua
utilizada, pronto nos daremos cuenta que para nuestro gatito aprecia esos
momentos en el baño.
La piel del gato esta mucho más inervada que la del perro,
lo que les dota de una mayor sensibilidad, por lo que tendremos que estar más
pendientes de la temperatura del agua. Con ellos la temperatura más correcta
oscila entre los 37-39ºC.
Así mismo nos cercioraremos de utilizar un champú específico
para nuestro gato, a pesar de que lo utilicemos poco. A mucha gente le preocupa
bañar a su gato con mucha frecuencia por miedo a romper la capa lipídica que
recubre su manto. Pero cuando lo hacen utilizan el champú que tienen en casa,
sin darse cuenta que esos champús tienen un PH distinto, nuestra piel tiene un
pH acido de 5.5 el de nuestros compañeros suele estar entorno al 7 o 7.5 siendo
este un pH alcalino. Y por lo tanto
nuestros productos son agresivos para su piel y es ahí cuando eliminamos dicha
barrera. El champús específico para gatos además de tener un pH específico para
ellos suele ser menos detergente y espumante lo que les permite conservar parte
de esa capa de grasa y ser retirados con mayor facilidad y un menor tiempo de
aclarado.
En el caso de los gatos los champús en seco están desaconsejados
puesto que crean una capa alrededor del pelo que adhiere las impurezas a este. Y
no solo carecen de poder limpiador si no que pueden resultar contraproducentes
al ser ingeridos por el gato en los momentos de acicalamiento.
Son muchas las personas que creen equivocadamente que los
gatos no se bañan, porque no les gusta el agua o que si los bañamos pueden
coger enfermedades como el moquillo, pueden volverse alérgicos, o me han
llegado a decir que si bañas a un gato este se puede morir. Nada de esto es
cierto. Si bien es verdad que no a todos
ellos les gusta bañarse, hecho que suele ser el resultado de no haber enseñado
a nuestro gato a disfrutar desde pequeño.